domingo, 30 de septiembre de 2007

¿NOS ENGAÑA NUESTRO CEREBRO?


Carlos J. Álvarez González

Doctor. Profesor Titular de Universidad. Departamento de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional. ULL

Martes, 17 de abril de 2007

Nuestro cerebro es fruto de miles de años de evolución, siendo un mecanismo sumamente complejo. Como cualquier otro órgano, para poder entender por qué es así tanto estructural como funcionalmente, tenemos que referirnos a su carácter adaptativo desde la perspectiva de la teoría de la evolución de Darwin. En este sentido, nuestros procesos cognitivos son y han sido eficientes, rápidos y adaptativos de cara a la supervivencia. Un ejemplo lo constituye nuestra percepción, la cual nos suministra información relativamente fiable de lo que nos rodea con notable rapidez. Otro, nuestra memoria, cuya capacidad y velocidad de almacenamiento y recuperación no puede compararse al mejor ordenador.


Pero, como consecuencia de esta versatilidad, existen ciertas desventajas en este sistema de procesamiento de información tan eficaz, rápido, económico y, sobre todo, automático. En otras palabras, nuestro cerebro puede jugarnos malas pasadas y 'engañarnos' debido a la falta de control consciente de dichos mecanismos. Así, por ejemplo, las ilusiones perceptivas y las alucinaciones son más comunes de lo que solemos pensar y pueden darse en una amplia variedad de circunstancias. Nuestra percepción no supone realizar copias del mundo real, a modo de fotografías, sino que los mecanismos perceptivos son reconstructivos: nuestro cerebro añade información a la que se está procesando y viene de fuera, del estímulo. Puede afirmarse que nuestro cerebro, en buena medida, 'interpreta' de forma automática e inconsciente el mundo que nos rodea. Como fruto de esos automatismos, las ilusiones y las alucinaciones son frecuentes en personas normales y sin patologías. Son el precio que debemos pagar por la eficacia y rapidez (y automatismo, de nuevo) de nuestras funciones cerebrales. Las ilusiones ópticas, por ejemplo, se dan en todos los niveles de procesamiento o estadios del proceso de la visión, desde la percepción temprana de la imagen, donde nuestro sistema visual procesa básicamente el contraste (claros y oscuros), con poca influencia de nuestras representaciones mentales, pasando por la percepción del color (con mecanismos fisiológicos bien conocidos situados tanto en la retina como a nivel más central, en el tálamo y el córtex), hasta llegar a los niveles de percepción de la forma, del movimiento, de la profundidad, etc. Además, nuestras expectativas y creencias pueden influir en cómo percibimos el mundo.

Nuestra memoria a largo plazo posee una capacidad inigualable, si la comparamos con cualquier dispositivo artificial de almacenamiento de información. Pero como siempre, las ventajas adaptativas y el hecho de que nunca se agote nuestra capacidad memorística es a costa de algo. Es capaz de retener tanta información debido a sus propiedades selectivas y reconstructivas. Cada acto de almacenamiento de información supone una alteración (muchas veces automática y no consciente) del input o estímulo. Además, cada vez que recuperamos información, los recuerdos almacenados son transformados también y reconstruidos. Uno de los inconvenientes es que los recuerdos casi nunca son perfectos, sino que sufren elaboraciones y reconstrucciones. El caso más claro y más investigado recientemente es el de los recuerdos falsos. A pesar de que solemos creer lo contrario, la investigación demuestra que todos tenemos recuerdos falsos, de eventos que no han ocurrido o que no hemos visto, oído, etc. Además, resulta fácil implantar recuerdos falsos, bien de forma consciente o inconsciente, sobre todo en terapias de corte psicoanalítico o mediante hipnosis. Se ha demostrado que muchos supuestos recuerdos reprimidos o recuperados a través de la hipnosis (como aquellos de abusos sexuales en la infancia, o supuestas experiencias traumáticas) son realmente recuerdos falsos que el psicoterapeuta, involuntariamente, ha inducido en el paciente porque precisamente ese tipo de recuerdos son los que busca o espera encontrar. Es una versión de la denominada 'profecía autocumplida'. La repercusión de casos de supuestos abusos sexuales perpetrados muchas veces por los padres del paciente en la infancia, y 'recuperados' luego bajo este tipo de terapias pseudocientíficas, ha sido enorme en países como EEUU. La psicología científica ha salido al paso, demostrando en muchos casos que dichos eventos no existieron, sino que fueron inducidos en las sesiones terapéuticas. En esta misma línea, se ha demostrado también que no existe la llamada regresión hipnótica: el hecho de que podamos viajar al pasado o a otras vidas. Lo que realmente sucede es que el hipnotizado, normalmente personas muy sugestionables, es sugestionado para que 'viaje al pasado'. En realidad, lo que está haciendo es una especie de role-playing o ejercicio de imaginación.


Estas propiedades de nuestra mente explican muchas de las experiencias anómalas relacionadas, supuestamente, con lo paranormal y esotérico. Sin embargo, a la luz de lo que la psicología y las neurociencias nos enseñan, este tipo de fenomenología tienen una explicación racional en cómo funciona esa compleja y maravillosa máquina que es nuestro cerebro.

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